CRÓNICA. La noche árabe

El grupo de teatro Ópalo viene presentando ‘La noche árabe’, texto del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfenning, en la sala de Teatro Ensamble de Barranco. Este montaje, dirigido por Jorge Villanueva, vuelve a las salas de Lima luego de sus exitosas temporadas de los años 2010 y 2008, en los auditorios del ICPNA de Miraflores y del Instituto Goethe, respectivamente.

La acción de ‘La noche árabe’ se desarrolla en un edificio multifamiliar. En un departamento del séptimo piso de este edificio viven dos mujeres. La rutina diaria de ambas es complementaria: una de ellas recibe la visita de su amante todas las noches, mientras que la otra – víctima de un hechizo que le impide recordar su gran parte de su vida – duerme profundamente luego de llegar de su trabajo.

Distintas situaciones atraen a tres hombres hacia el departamento: la pareja de una de las mujeres, se dirige a hacer su visita diaria; el encargado del mantenimiento del edificio, recorre todos los pisos buscando la avería que impide que el agua llegue a las zonas más altas; y un vecino de un edificio contiguo, atraído por la imagen de una de las mujeres tomando una ducha.

Las diferentes motivaciones, la forma en que se desarrollan los encuentros y el hecho que el ascensor del edificio funcione irregularmente – obligando al uso de las escaleras -, construyen un tramado de situaciones que se tornan cada vez más complejas y misteriosas.

El uso del término ‘tramado’ no es gratuito, pues el texto de ‘La noche árabe’ propone una construcción orquestada a partir de los monólogos-testimonios de los cinco personajes; donde cada uno de ellos se expresa a nivel oral – frases dentro de una conversación – y mental – descripción de sus pensamientos y emociones – a lo largo de sus parlamentos. A ello debe agregarse que los momentos de interacción entre los personajes son escasos; por lo cual, la obra está construida de tal manera que el espectador es testigo de una historia global conformada por cinco historias independientes, pero vinculadas simultáneamente entre sí.

Y es, justamente, ese vínculo entre las historias, ese conflicto de proximidad y distancia – personajes que no se encuentran, historias que se ‘rozan’ sin llegar a ‘tocarse’ – uno de los puntos más importantes de tensión dentro del montaje.

Dicha tensión se ve reflejada en el accionar de los actores dentro de la puesta en escena. Rampas que suben y bajan, escaleras que van a ningún lado y plataformas a distintos niveles constituyen el espacio escénico donde los cinco personajes conviven.  De esta manera, la propuesta escenográfica de ‘La noche árabe’ construye espacios funcionales y simbólicos, acentuando los conflictos y las tensiones de la obra.

Sin embargo, debe agregarse que, llegado a un punto, el texto dramático muta hacia terrenos de lo fantástico. Esta transición puede generar momentos de confusión; tanto por el hecho del cambio a planos que se alejan de lo real, como por la estructura acumulativa de la información que proporcionan los personajes – que no permite entender inmediatamente la transición hacia espacios de lo onírico/fantástico -.

Pese a ello, y a cierta cadencia pesada debido al elemento descriptivo en cada uno de los parlamentos, ‘La noche árabe’ consigue guiar al espectador atento hacia su(s) desenlace(s), concretando las fábulas de lo real y lo fantástico; desentrañando los nudos creados en sus cercanías a los géneros del misterio, el policial y lo erótico.

Este camino hacia los desenlaces no sería posible sin la articulación del trabajo de los intérpretes, pues esta pieza dramatúrgica reta a la sensibilidad de los actores al proponer un manejo colectivo del ritmo, las intenciones y la intensidad. Es en este tejido de simultaneidades, en ese laberinto de distancias y proximidades que propone el texto, la escenografía y el desplazamiento escénico, donde la capacidad de escucha y comunicación de cada intérprete fortalece una puesta en escena en la cual el protagonismo es compartido.

Para concluir, debe mencionarse la apuesta por proponer una perspectiva bi-frontal. Pues, si bien ya se mencionó el gran aporte de la escenografía en este montaje, no puede dejarse de lado el riesgo asumido dadas las características del espacio. A ello se suma un diseño de iluminación que construye ambientes y texturas que alimentan la poética generada por las acciones de los personajes dentro de la escenografía.

(*) Imagen tomada de aquí.

(**) Más información sobre ‘La noche árabe’ aquí.

Dirección: Jorge Villanueva Bustíos.
En escena: Kareen Spano, Marcello Rivera, Nidia Bermejo, Juan Carlos morón, Juan Carlos Pastor.
Dramaturgia: Roland Schimmelpfenning.
Diseño de luces: Marcello Rivera.
Escenografía: Marcello Rivera.
Producción: Ópalo, grupo de teatro.

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