Entre el 22 de abril y el 29 de mayo se presentó ‘Macbet’ -sin h- en el Teatro de la Universidad del Pacífico. Esta puesta en escena, escrita y dirigida por Vanessa Vizcarra, es una versión libre de ‘Macbeth’, obra de William Shakespeare.
El montaje conserva la misma anécdota y progresión dramática del original británico; pero prescinde de algunas escenas y reduce el número de personajes. Asimismo, crea situaciones equivalentes a las planteadas por Shakespeare para adaptar la historia a un nuevo contexto: un país latinoamericano, gobernado por un dictador, en una época contemporánea a la actual.
La nueva perspectiva que presenta esta versión se deja apreciar desde el inicio de la obra. En la primera escena ya no son unas brujas en el medio de una llanura las que inician la trama; Vizcarra propone un set de televisión con una presentadora de noticias. En la segunda, el Rey es reemplazado por un General, lo acompaña su hija -ya no un hijo varón-, y se entera de los reportes militares por medios audiovisuales. En la tercera escena, Macbet recibe las predicciones sobre su futuro en una entrevista televisiva -de boca de la presentadora-.
Este inicio expone las particulares premisas del montaje. Así, el rol que cumple la presentadora -al cambiar la línea editorial de su programa, o al anunciar el futuro del protagonista- denota el poder de los medios de comunicación y su capacidad para adaptarse a los vaivenes de la política. Mientras tanto, el minimalismo de la escenografía y el vestuario concentran la atención dramática en los textos y los recursos audiovisuales.
En las escenas que siguen el montaje reafirma el rol de lo audiovisual como herramienta de comunicación, mecanismo de control y arma política. Muestra de ello son los diálogos por chat de video o las comunicaciones vía circuito cerrado; así como el mensaje televisado que dirige el gobernante a los ciudadanos.
De esta manera, a medida que avanza, ‘Macbet’ confronta al espectador con un universo híper conectado. Un lugar donde la imagen virtual es cotidiana y poderosa. Lo cuál genera que política, seguridad y medios de comunicación recorran un camino paralelo.
A lo ya mencionado, la obra propone un elemento más en su trama de signos. Pues reta al público a poner en cuestión la propia convención teatral. Y es que la manipulación de cámaras, proyectores y otros equipos, es realizada por los mismos intérpretes a modo de técnicos o tramoyistas. Junto con ello, las imágenes proyectadas permiten ver a los actores entre bambalinas.
Así, ‘Macbet’ se presenta como un juego de espejos. Donde el espectador puede ver directamente al actor -real- o contemplar su imagen digital, donde cada uno está invitado a escoger que es lo que quiere ver y creer (de hecho, en una historia plagada de crímenes, ninguno de ellos ‘sucede’ en el escenario).
Hasta acá se pueden recoger los elementos que sostienen conceptualmente el montaje y que llenan de sentido la revisión de un clásico: la tecnología y los medios de comunicación como elemento de control y propaganda.
Sin embargo, es en la concreción de este elaborado discurso donde ‘Macbet’ presenta ciertas debilidades. Pues, pese a que el montaje muestra desde el inicio -de manera directa y alegórica- la importancia del rol de los medios de comunicación, se recurre a un par de escenas excesivamente explicativas. Ello le otorga a la presentadora un prescindible peso narrativo hacia la segunda mitad de la obra (especialmente aquella donde su productor le da lecciones sobre como manipular al protagonista).
Es, además, en esta segunda parte donde el montaje decae, tanto a nivel rítmico como expresivo. Ello se debe a la reiteración del uso del circuito cerrado en los densos monólogos del protagonista y, principalmente, a los diferentes estilos de actuación dentro del elenco. Este es un problema usual en los montajes con elenco numeroso, y genera cierta irregularidad en la percepción del tono de la obra.
Asimismo, si bien mejoró notablemente con el paso de las funciones, se pudo percibir un estilo melodramático en más de una interpretación. Esto acentuaba innecesariamente la densidad de una obra de carácter trágico.
‘Macbet´es un montaje que destaca por su solidez conceptual. Vizcarra reescribe y reinterpreta el texto shakespereano. Le da un enfoque nuevo y valioso que le permite, además de la revisión de un clásico, hacer guiños a nuestra historia reciente (una pareja de gobernantes ambiciosos, un dictador que sostiene su poder en el miedo y en la herencia dinástica, un personaje de prensa que se recicla en cada nuevo gobierno).
‘Macbet’ es una obra que concreta en su dramaturgia dos historias paralelas. Por un lado se encuentra la progresión de la historia del protagonista: sus victorias, las predicciones, el despertar de la ambición, las traiciones, el ascenso al poder, la larga caída. Por el otro, la presencia de los medios de comunicación, cuyo eje es la presentadora. Ella, así como las brujas fueron el tránsito entre Macbeth y su destino -entre lo real y lo mágico-, es el intermediario entre el poder político y las masas.
Es en la confrontación final entre estas dos fuerzas -la de Macbet y la de la presentadora, la del representante político y el poder mediático- donde el montaje nos dice que los gobernantes pasarán, los poderosos dejarán de serlo, pero los medios seguirán ahí: en su tarea de mostrar a los pasivos ciudadanos la lista de cadáveres, batallas y temporales gobernantes.
(*) Imagen tomada de aquí.
Dramaturgia y dirección: Vanessa Vizcarra.
En escena: Rómulo Assereto, Denise Arregui, Marcello Rivera, Alejandro Córdova, Renato Rueda, Leslie Guillén, Mariajosé Vega.
Asistencia de dirección: Alejandro Guzmán.
Dirección Audiovisual: Diego Vizcarra.
Diseño de espacio escénico: Jorge Baldeón, Vanessa Vizcarra.
Diseño de iluminación: Julio Beltrán, Leonor Estrada.
Diseño Sonoro: Santiago Pillado-Matheu.
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