
Fanzine. Revista de escasa tirada y distribución, hecha con pocos medios por aficionados a temas como el cómic, la ciencia ficción, el cine, la música pop, etc.
Diccionario de la Lengua española. Edición del Tricentenario. Versión Digital.
Una publicación sobre títeres, así de inusual como suena, eso es ‘Mil vidas’. En un medio donde producir publicaciones conlleva grandes dificultades – las cuales aumentan por lo especializado de su contenido – Martín Molina Castillo, gestor de este proyecto, encontró un camino viable en la propuesta estética y política del fanzine.
Así, en los márgenes de la producción editorial, Molina ha construido un espacio de difusión donde se encuentra abundante material sobre la práctica escénica de los títeres: textos teóricos, testimonios de titiriteros, guías de uso práctico, ponencias internacionales, documentos, guiones, anécdotas, historias y entrevistas. La estética fanzinera – impresión por fotocopia sobre papel bond, encuadernación manual – y el espíritu autónomo de ‘Mil vidas’ dialogan con honestidad con el proceso artesanal de la construcción del títere y con el carácter independiente de la producción y difusión de este arte.
Advenedizo Digital conversó con Martín Molina, psicólogo, titiritero y gestor de esta publicación.
Advenedizo Digital (ADVZ): ¿Martín, cuáles fueron tus motivaciones para iniciar el proyecto de ‘Mil vidas’?
Martín Molina: Cuando empecé con los títeres no era fácil acceder a información sobre esta práctica. No había publicaciones en las librerías, y en las bibliotecas era todo muy limitado. Entonces vi que había necesidad de divulgar información. Así, pasado el tiempo, a medida que recibía alguna información y escribía algunas cosas, me encontré con fanzine ‘El Fardón’ de Argentina, dedicado a los títeres. Y fue el concepto de fanzine el que amplió mis posibilidades y tiró abajo barreras en cuanto a la publicación. Yo ya conocía los fanzines ochenteros de la cultura subterránea y entendí que era una herramienta fácil para apropiarse.
ADVZ: El primer número sale en el año 2004 pero tú ya te dedicabas a los títeres desde 1995. ¿Cómo optaste por ser titiritero?
Martín Molina: Yo llego a los títeres de manera casual, accidental, como la mayoría de titiriteros. Estudiaba psicología y en una investigación experimental tuve que encontrarme con los títeres. Al inicio me negaba porque tenía el concepto de que ‘eran para niños’. Pero, una vez que inicié nunca paré…hasta hoy.
ADVZ: ¿Y cómo fue tu formación?
Martín Molina: En una primera etapa fui completamente autodidacta. Luego encontré algunos talleres, que eran bastante básicos, introductorios. Y, si bien me sirvieron, en gran medida mi proceso de formación se ha basado en investigar, en experimentar: aprender haciendo.
Y en ese proceso he encontrado cosas que pensaba que había descubierto…pero que ya existían. Porque cuando uno carece de información uno no tiene conexión directa con los maestros antiguos. Aunque la información luego llegue por diversas vías.
Y en ese proceso he encontrado cosas que pensaba que había descubierto…pero que ya existían. Porque cuando uno carece de información uno no tiene conexión directa con los maestros antiguos. Aunque la información luego llegue por diversas vías.
ADVZ: ¿Cuál fue tu plan inicial para la publicación?, ¿tenías pensadas las secciones?, ¿cantidad de páginas?
Martín Molina: Empecé con 20 páginas. Y con la ilusión de publicar cada uno o dos meses. Eso ha ido cambiando. Lo que se ha mantenido es la estructura de contenidos: información general sobre el universo de los títeres, acercamiento al espíritu de los titiriteros y el ejercicio de la memoria a través de las entrevistas.
ADVZ: ¿Y de donde surgen los contenidos?
Martín Molina: Son de producción propia y de gente que alimenta las páginas. Estos colaboradores son colegas, amigos y maestros que facilitan información, ceden o aportan textos, elaboran gráficas, etc.
ADVZ: ¿Son un colectivo unido los titiriteros?
Martín Molina: Como en todo grupo, como en toda familia, siempre van a existir discrepancias. Pero más allá de eso, hay algo que nos une…somos tan pocos, somos tan raros, que es especial encontrarse.
ADVZ: Decías que iniciaste con 20 páginas, pero las últimas ediciones superaron las 80.
Martín Molina: Varias cosas han influido en el aumento del número de páginas. En principio, ayuda el contar con acceso a más material, a más personas. También cuento con mayor volumen de producción propia. Ahora, la frecuencia de aparición también influye. Al principio sacaba menos páginas pensando que el siguiente número llegaría pronto. El hecho que se establezca una frecuencia anual ha permitido elaborar y acopiar más material.
ADVZ: En los últimos dos números las entrevistas a los viejos maestros han tenido un lugar central. ¿Esto tiene una razón?
Martín Molina: Veo a las entrevistas como una acción necesaria para hacer un registro del quehacer de este arte. Para mi es necesario iniciar con los viejos, pero también incluir a aquellos que no tienen mucha exposición, ya que el espectro de los títeres tiene una llegada muy pequeña.
Y esto tiene que ver con la memoria. Un problema gravísimo que tenemos es la historia no registrada. Tenemos una historia de miles de años pero con miles de huecos en el medio. Es importante dejar un testimonio de lo que se hace o hacía.
Y esto tiene que ver con la memoria. Un problema gravísimo que tenemos es la historia no registrada. Tenemos una historia de miles de años pero con miles de huecos en el medio. Es importante dejar un testimonio de lo que se hace o hacía.
ADVZ: ¿Y estás logrando cubrir las entrevistas que te habías planteado?
Martín Molina: Cuando empecé tenía mi lista…y algunos se me fueron yendo. Tengo urgencia de hacer las entrevistas por temor a que algunas no se lleguen a concretar. Por eso para el próximo número es necesario hacer más de una. Es una responsabilidad que asumo y me lleva replantearme el formato; ahora son más amplias, más sueltas. Las últimas fueron bien interesantes, empezaron en la noche terminaron en la madrugada. Fue un disfrute mutuo entre titiritero y entrevistador.
ADVZ: ¿Qué te gustaría que ‘Mil vidas’ genere?
Martín Molina: Me motiva mucho que los titiriteros pensemos sobre nuestro hacer. Que nuestro trabajo no empiece y termine en el escenario. Que lo sistematicemos, lo divulguemos. Me cuesta más con los artistas locales, sus aportes están más cerca de lo literario. Todavía no hay el atrevimiento de hablar sobre sus procesos o sobre sus enfoques técnicos, estéticos, conceptuales.
ADVZ: ¿Y esto a que se debe?
Martín Molina: El modo de hacer de los titiriteros hay que verlo desde su perspectiva. Por ejemplo, hay muy poca dramaturgia de títeres. Y es que los títeres están más emparentados con lo oral que con lo escrito. Y dentro de esa forma de hacer está el trabajar de una manera más intuitiva. Entonces, la reflexión es algo que se ha estado haciendo más recientemente.
ADVZ: ¿Cómo circula ‘Mil vidas’?
Martín Molina: Tiene una circulación reducida. Se entrega luego de algunas funciones o con pedidos por internet. Tenemos menos demanda local que internacional. Pero ahí existe otro problema, que los costos de envío son mayores. Normalmente los llevo cuando viajo. Actualmente, el fanzine está en varias bibliotecas especializadas de títeres. Es una circulación limitada. Aún no he encontrado los mecanismos para ampliar – dentro de lo pequeño de su alcance – su circulación. Ahora, no estoy trabajando para que sea un material de circulación muy amplia. Atiendo necesidades específicas de un público muy pequeño pero lo hago principalmente para mí, desde la lógica que es un producto que a mí me gustaría tener en mis manos. Y también lo hago pensando en trabajar a futuro…quizá en unos años sea un documento a revisarse y valorarse.
ADVZ: Finalmente, ¿los títeres son para niños?
Martín Molina: Los títeres en el 90% de su historia no han sido dedicados para niños. Tienen un origen inicial en la ritualidad, y luego en una corriente popular con temáticas y formas para adultos. Recién en el siglo XX empieza a trabajarse pensando también en los niños. También hay que considerar que la producción que se hace ‘para niños’ es en realidad ‘para todo público’.