CRÓNICA. Financiamiento desaprobado

En el Auditorio del Lugar de la memoria, la tolerancia y la inclusión social se presentó ‘Financiamiento desaprobado’, obra escrita por Tirso Causillas y dirigida por Nani Pease. Este montaje tuvo una primera temporada entre los meses de abril y mayo de este año. En dicha ocasión se presentó en el Auditorio AFP Integra – MALI.

Un par de catres, una mesa, una silla, un banco y muchas cajas acumuladas a lo largo del escenario definen el espacio escénico de ‘Financiamiento desaprobado’. Éste representa la vivienda de un joven y su padre, quien padece el  mal de Alzheimer. El desorden y la precariedad que exponen los elementos escenográficos grafican con claridad la forma de vida de ambos personajes.

El hijo, un artista escénico semi desempleado, se encuentra a cargo del cuidado de su padre enfermo. El joven, a través de extensos monólogos pone al espectador en contexto de su situación, que es la situación dramática de la obra: su padre se ha extraviado.

La estructura dramatúrgica de ‘Financiamiento desaprobado’ alterna los monólogos del hijo -a medio camino entre la anécdota cotidiana y la confesión personal- con la inserción de interacciones y manifiestos de los otros personajes: la madre, que una vez separada se va a trabajar fuera de país; la tía, preocupada por la salud de su hermano enfermo pero sin asumir mayor compromiso sobre éste; el policía, que combina una actitud de formalismo con un aura de aprovechamiento y corrupción; y el padre, que en su delirio ofrece información sobre sus personales obsesiones.

Este intercambio entre diálogos y monólogos alterna, a su vez, con saltos temporales explícitos.

Así, durante la primera parte de la obra se puede conocer acerca del paulatino proceso de deterioro laboral, emocional y mental del padre; y la incapacidad del hijo para hacerse cargo de la situación.

Del mismo modo, se puede apreciar las distintas maneras que eligen los personajes para tomar posición frente al drama del hombre enfermo y extraviado. Y cómo estas posiciones personales entran en tensión al confrontarse entre sí.

Así, el reproche, la culpa, el irrespeto, el rencor y la indiferencia, se ponen de manifiesto en la interacción entre los personajes.

Esta primera parte, si bien por momentos resulta extensa y redundante, logra -dentro de su caos- armonizar y componer un universo de desasosiego familiar y, especialmente, de decadencia emocional en el personaje del hijo; el cual resulta, al menos en esta primera parte, el protagonista de la obra.

La estructura del texto propone una segunda parte que se destaca por los saltos temporales y espaciales entre las acciones -e inacciones- de búsqueda del hijo con los delirios y el extravío del padre enfermo.

En esta segunda parte abundan los diálogos. Los monólogos ya no son de contexto y, en este caso, corresponden a los desvaríos y obsesiones del hombre extraviado.

Así, se ahonda triste y alegóricamente en su drama. Él, un funcionario del Ministerio de Educación que, luego de ser retirado de su trabajo, debió acostumbrarse a contratos temporales y extensas etapas de desempleo. Un hombre entregado a su trabajo que pasó sus últimos años de lucidez bajo la expectativa de encontrar financiamiento para sus proyectos.

Por ello sus alegatos, carentes de interlocutores, abordan sus más profundos intereses: sus proyectos de educación rural, sus posiciones de izquierda, sus actitudes nacionalistas.

En paralelo, las escenas del hijo viajan temporalmente entre la mención a sus búsquedas -visita a hospitales, a la morgue, interacción con la policía- y una extensa discusión con su mejor amigo. En ella, borracho, admite sentirse incapaz de hacerse cargo de la situación y el alivio de pensar que, con su padre muerto, todo haya terminado.

Esta progresión de escenas entre la búsqueda-aceptación y el delirio-decadencia lleva la obra hacia un desenlace inevitable y fatal, aunque no explícito.

‘Financiamiento desaprobado’ expone así un drama triste e inevitable: el de una persona -y una familia- enfrentada al Alzheimer. El hecho de plantear la anécdota desde la perspectiva del hijo genera que tome matices de honestidad brutal.

Y es que el hijo, en su incapacidad emocional para hacerse cargo -más aún sin compañía ni contención-, asume con crudeza su desidia, su culpa y su agotamiento.

Sin embargo, el comportamiento del resto de personajes no mejora el cuadro. Pues, ¿quién se hace cargo de una situación de ese tipo?, ¿a quién le corresponde?, ¿cómo se lidia con la salud mental en situaciones de precariedad económica y de hacinamiento?

Lamentablemente, las posiciones excesivamente arquetípicas de los personajes de la madre ausente y de la hermana quejosa le restan matices y profundidad a este cuestionamiento.

Ello, y el exceso de información de contexto, generan una atmósfera redundante que atenta contra el valor de los matices de la obra. Y es que el montaje -y el texto- padecen de un estancamiento en la atmósfera de drama en una situación que ya resulta dramática.

Con esta afirmación no se pretende negar la atinada presencia de momentos de humor. El cual comparte texturas de crueldad y ternura.

También debe destacarse el aporte musical de un guitarrista que, a un lado del escenario -como un músico callejero-, acompaña el desarrollo de la obra. Su presencia sonora resulta importante en tanto aporta en la construcción de atmósferas urbanas -el espacio nocturno donde se desenvuelve el hijo- como en la composición de ambientes rítmico-dramáticos.

Asimismo, la convención escénica, que permite que todos los espacios ficcionales -calle, comisaría, casa de la tía, etc.- se desarrollen dentro del cuarto, y que los saltos temporales fluyan con claridad, merece ser destacada.

‘Financiamiento desaprobado’ es la historia de dos seres frágiles y su incapacidad para salir adelante juntos. Dos seres que, por diferentes razones, se encuentran en un estado de confusión.

El universo del padre -anclado en los años ’70, con su dependencia del Estado, su lenguaje oficinesco, su interés en proyectos educativos, sus ideales sociales- resuena como discursos de un tiempo ya perdido.

El universo del hijo -con múltiples intereses pero sin un norte claro, agobiado por las responsabilidades, sin soporte emocional- lo hace ver como alguien incapaz de lidiar con los cambios.

Ambos personajes, en conjunto, conforman un cuadro que puede funcionar como una metáfora de (los ideales de) la izquierda peruana: viajando entre el olvido, la confusión y el extravío.

Imagen tomada de aquí.

Dramaturgia: Tirso Causillas.
Dirección. Nani Pease.
En escena: Carlos Victoria, Tirso Causillas, Lilian Nieto, Sylvia Majo, Sammy Zamalloa y Emmanuel Caffo.
Asistencia de dirección: Angel Valdés Monges.
Dirección de arte: Aaron Rojas.
Musicalización: Loko Perez.
Producción general: /Otro/Colectivo Teatro.
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