El Festival de Teatro Peruano Norteamericano llegó a su décimo cuarta edición, y lo hizo mostrando cambios importantes. Ha pasado, de la tradicional convocatoria de obras de autores peruanos o norteamericanos, a buscar “convertirse en un espacio para la experimentación, la investigación teatral y la exploración de nuevos lenguajes escénicos” (*).
En esta edición, el fondo de apoyo económico a las artes escénicas más antiguo en vigencia fue dirigido a dos obras seleccionadas: “Ojalá”, de Yuriko Tanaka; y “Nave”, de Moyra Silva.
En el presente texto se hará referencia a “Ojalá”, presentada entre el 17 y el 20 de enero en el auditorio del ICPNA de Miraflores.
“Ojalá” es un montaje que se enrumba entre las fronteras del circo, el teatro y la danza contemporánea. Combina así, dentro de su propuesta, a la acción física, la coreografía, el número de riesgo y destreza, la construcción de imágenes y la enunciación de textos.
Este entrelazado de herramientas y lenguajes se organiza a partir de una estructura fragmentaria y abstracta. La obra no plantea una dramaturgia de linealidad secuencial; tampoco pretende construir una historia única.
Es, más bien, una amalgama que cobra sentido a partir de atmósferas y símbolos. Ambos elementos se constituyen a partir de la asociación evocativa que propone la presencia de escenas abstractas (secuencias de movimiento, números circenses) acompañadas por textos no explícitamente vinculados entre sí.
Esta apuesta por lo fragmentario, la narratividad inconclusa y la comunicación desde el cuerpo (circo, danza, acciones físicas), constituyen un carácter que le otorga a “Ojalá” una personalidad particular.
Esta apuesta por lo fragmentario, la narratividad inconclusa y la comunicación desde el cuerpo (circo, danza, acciones físicas), constituyen un carácter que le otorga a “Ojalá” una personalidad particular.
Ello se hace especialmente evidente en el desarrollo y tránsito entre las escenas de circo. En ellas, las dinámicas de la espectacularidad están compuestas de manera tal que discurren como parte del universo de la obra. Así, los cuadros circenses trascienden a la exhibición de destrezas -donde el riesgo y la sorpresa no escasean- para ponerse al servicio de la atmósfera de nostalgia que caracteriza a “Ojalá”.
Esta estrategia de composición, así como exhibe virtudes, también presenta debilidades.
Los textos, como se mencionó, proponen una evocación abierta. No son explícitos, carecen de contexto. Sin embargo, ofrecen un atisbo de su germen, de la historia que los compone. Ello brinda, por un lado, la posibilidad de componer un ambiente poético y misterioso. Pero también se arriesga a que cada historia abierta despliegue el camino hacia la confusión.
Esto se vuelve especialmente visible al inicio de la obra. El primer texto, “renuncio al futuro que todos ustedes me regalan, cómo si también yo lo deseara”, es enunciado por una intérprete -en mallas- que trata de avanzar. Su paso es estorbado por dos mujeres -en vestidos de encajes-, que la retienen y batallan por regresarla a su posición original.
En este inicio, las tres mujeres plantean -por medio del texto, la acción, los vestuarios- una situación que se asocia a los conflictos de género. Esto invita al público a especular que el montaje decantará por ese universo temático; pero ello no sucede, y el espectador podría tomar un tiempo en notarlo.
Confusa también resulta la presencia masculina. En un montaje donde la mayor parte de la obra es sostenida por tres intérpretes mujeres, la aparición del cuarto elemento se percibe como un complemento no del todo justificado -pese a lo sólido de su interpretación y la belleza de la escena del mástil volante-.
Y es que, si bien el montaje no propone una lectura unívoca, las escenas iniciales determinan un carácter, plantean un universo, y éste se advierte forzadamente alterado con la presencia del varón.
Estas observaciones, a la que se debería sumar la necesidad de una mejora en el trabajo vocal de las intérpretes, no le restan méritos a la búsqueda que Tanaka y su equipo emprenden. Construyen una obra con momentos bellos, potentes y conmovedores; plantean una atmósfera que se sostiene en el tránsito entre los distintos lenguajes escénicos; y desarrollan una investigación que permite vislumbrar un camino hacia formas dramatúrgicas propias, que involucren de manera efectiva a los elementos de la danza y el circo.
(*) Información sobre la convocatoria aquí.
Dirección: Yuriko Tanaka.
En escena: Nicole Carrión, Margot Lozano, Gaby Olivera, Augusto Montero.
Técnicos en escena: Jhoel Roque, Gianfranco Quinte.
Asesoría: Carlos Olivera.
Vestuario: Alisson Quiñones.
Diseño sonoro y musicalización: Manuel Zabarburú.
Diseño lumínico: W&R Luces y sonido
Producción: Mundana Colectivo.
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