El Grupo mexicano ‘Vaca 35’ se presentó dentro del Festival Internacional de Teatro Temporada Alta de Lima. Durante la segunda semana de programación, el público local pudo disfrutar de los montajes ‘Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar’ y ‘Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar’.
Ambos espectáculos se destacan por el uso de espacios no convencionales –se presentaron en la Galería de la Alianza Francesa-, la cercanía entre público y actores, el contrapunto permanente entre humor y violencia, la presencia de una doble capa de ficción –los intérpretes representan a actores (acaso ellos mismos) ensayando obras de teatro- y, finalmente, la referencia a un clásico del teatro occidental -‘Las tres hermanas’, de Chejov, y ‘Las criadas’, de Genet-
Advenedizo Digital conversó con Damián Cervantes, director de Vaca 35, acerca de las similitudes de ambas obras, de sus procesos de investigación y del ánimo creativo y colectivo del grupo.
Advenedizo Digital (ADVZ): Las dos obras que se han presentado en Lima no son las más recientes producidas por el grupo ¿Qué representan dentro de Vaca 35 para que sean parte de la gira?
Damián Cervantes: Son las obras que hemos girado más. Una de ellas no es la más reciente pero sí la más vigente. Me refiero a ‘Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar’. Es la obra que todavía mantiene como la línea emocional y estructural de Vaca 35. Es nuestro origen, todavía es nuestro tótem.
ADVZ: Las dos obras presentadas poseen algunos elementos en común. Uno de ellos es la sensación de que los personajes están condenados a la convivencia.
Damián Cervantes: Sí, hay algo de eso de la condena de la convivencia, de la idea de que no tenemos otra opción más que estar en este espacio. Y en ese espacio se caotiza todo. Porque lo único que no queda es la muerte, solo la sobrevivencia. Eso lo vuelve todo bastante más trágico. Y creo que es la metáfora de lo social.
ADVZ: En ambas también está presente el hecho de ironizar sobre el trabajo del artista de teatro.
Damián Cervantes: Eso surge de las improvisaciones y creo que tiene mucho que ver con el sentido del humor del grupo. A mí me gusta mucho, y lo provoco, el burlarnos de las cosas que somos nosotros. Yo soy muy burlón y es una forma de relacionarme con el mundo. Entonces, ironizar y burlarnos de nuestra propia condición es bastante interesante, es divertido y también es duro. Es usar el humor para realmente hablar de nosotros, sin máscaras.
ADVZ: ¿El humor sigue presente en los trabajos posteriores?
Damián Cervantes: Sí. Es algo que todo el tiempo está presente. A mí me gusta mucho el humor, la burla, la ironía. Yo tenía un maestro clásico que decía que “la ironía es la máxima de las tragedias”. Es algo que me gusta mucho.
ADVZ: Volviendo a los montajes presentados en Lima, en ambos está presente el hecho de abordar textos clásicos como punto de partida.
Damián Cervantes: Es una asociación muy libre. Los clásicos llegaron por sensaciones e intuiciones muy específicas. En un caso, por el encuentro de las actrices; en otro, por pensar el tedio y el aburrimiento en un grupo. Entonces, la conexión directa fue abordar a un autor. Abordarlo sin representarlo.
Pero no es la única motivación del grupo. Hemos trabajado sobre las sensaciones de las personas que somos en distintas facetas. El trabajo ha sido desde los autores clásicos, desde una novela, desde el gusto por cocinar, desde el hecho de analogarte con algún tipo de animal.
ADVZ: Cuando van de gira por distintas ciudades con culturas diferentes, ¿cómo les va con los elementos que refieren a una cultura más mexicana que universal?
Damián Cervantes: Bien. Yo los mantengo porque son los objetos que a mí me significan la ficción. No es cualquier bote, no es cualquier traste; es ese traste en específico. Porque yo lo veo y me cobra sentido con el mundo que quiero conformar y por eso no lo quiero sustituir. Creo que también es una forma de, al viajar, no hacer tan prescindible todo en la obra de teatro. Sino darle una esencia que está construida también a partir de esos objetos.
ADVZ: ¿Y con la presencia de la violencia?
Damián Cervantes: Somos tipos muy violentos. La violencia es algo que identifico en casi cualquier situación. Yo soy un tipo muy violento. Entonces hablo mucho de eso en muchas vertientes y en muchos niveles. Es algo que siento, que está en el aire. Creo que nuestra forma de relacionarnos es violenta.
También me gusta la idea de que si hay cercanía -con el público- y se van a tocar temas ásperos, pues que haya aspereza real. Nada de andar ‘pretendiendo que’. Creo que ese es el principio que atenta totalmente contra el teatro.
Ahora bien, es una violencia ritualizada. Como en un partido de fútbol americano, como en cualquier deporte, hay violencia, hay competitividad, hay reglas y estructuras. Se rozan, se tocan, se pegan. Pero es ritualizada, nadie se va a matar ahí. Pero es violento, y te toca, y te habla de la forma de relacionarnos.
ADVZ: El trabajo de ustedes es de creación colectiva ¿Cómo es la participación de los actores?
Damián Cervantes: Regularmente hay un detonador que soy yo. Y detona imaginarios, detona propuestas, detona preguntas. Y trabajo mucho con que el actor las conteste como piense, como puede, como siente. Y a partir de eso yo voy entendiendo mi pregunta. Y voy generando nuevas preguntas. Y el actor va entendiendo qué tipos de respuestas caben. Entonces se forma un diálogo, un tejido muy fino y muy nuestro, donde el material de todos está ahí.
ADVZ: Entiendo que la forma de generar el espacio escénico -cercano, reducido- es producto de la forma en que producían sus espectáculos al inicio: en azoteas, en departamentos. ¿Estas premisas continúan hasta hoy?
Damián Cervantes: Sí y no. Al principio era como una rebeldía muy juvenil. No tenemos teatro, entonces salgámonos del teatro en todos los sentidos. Y fue un encuentro muy afortunado con la calle, los departamentos, que me hicieron entender la potencia del espacio.
Ahora estoy trabajando más en teatros. Pero siempre hay una veta en mí como de romper el teatro, romper la comodidad del espectador. Y tengo muchas ganas de salir. Entonces, son pulsiones que van caminando juntas.
ADVZ: ¿Cómo se lidia con el paso de ser un grupo que paga por hacer su propio teatro a contar con el apoyo de las instituciones y viajar tanto?
Damián Cervantes: Es un gusto, es un placer, es un deleite. Somos muy afortunados de que el trabajo haya llegado a esto. Y también es una responsabilidad porque estás embanderando algo, sea lo que sea. Y esa responsabilidad implica una obligación de regreso de muchas formas.
A nivel creativo, que sería lo ideal para un grupo, que su creatividad esté todo el tiempo apuntando modos de pensamiento poético. A nivel social, apoyando a otros grupos, abrir manos, abrir puertas, facilitando información. A nivel México, tratar de hablar de un contexto de la forma más clara posible sin tapujos. Y al mismo tiempo, llevar cosas a ese contexto que puedan ayudar a sanar algunas de las condiciones sociales y políticas que tiene.
Pienso que esa responsabilidad es la que tenemos y la recibimos gustosos. Y luchamos para que sea consecuente, para que tenga sentido.
ADVZ: ¿Se han enfrentado a resistencias por parte del público?
Damián Cervantes: Sí, ha pasado. En Uruguay nos acaba de pasar. El público se sentía completamente desbordado. Muy fuera de su zona de confort. Muy poco a gusto, yo creo. Esa sensación que hasta te desconecta. Lo cual es interesante porque quiere decir que hay una conexión a otro nivel.
Y también es interesante porque te invita a una autocrítica. ¿Qué ha pasado ahora?, ¿qué tuvo que suceder para que el público se sintiera botado? Mucha gente lo explica diciendo ‘lo que ustedes presentan es muy transgresor’, pero no podemos ser tan simplistas. También algo tuvo que haber pasado a nivel emocional, que no identificamos del todo, en donde perdimos el grado de seducción necesario. Y eso también es importante que pase. Ha pasado pocas veces, pero cuando pasa, te reconfigura. Te hace repensarlo.
ADVZ: Las obras que han presentado en el Festival tienen un ritmo poco cómodo. Impacientan, te hacen esperar.
Damián Cervantes: Me agrada la idea de, en algún punto, agregar un silencio extra del acostumbrado al que deberían suceder las acciones. Agregar ese tiempo me gusta, me parece valioso, me parece que el espectador tiene que hacer un esfuerzo extra.
Entonces, hay que esperar. Hay que contemplar un poquito, hay que aprender a contemplar y a estar un poco incómodos del cuerpo también. Es importante que el espectador comprometa el cuerpo como lo hace el actor.
Siempre he dicho que puede no gustar, ese es el derecho de todos, pero no puede ser indiferente la pieza. Ahí es donde me importa que incida. Por tanto, es importante el tiempo y la paciencia sobre lo que sucederá. Como espectador, sabes que la obra va hacia un punto; pero no sabes cuánto tiempo va a tardar en llegar. Y eso es interesante, es bonito, no tenemos que entregar todo tan rápido.
ADVZ: En ambas obras se juega con una doble capa de ficción.
Damián Cervantes: Estas dos obras son consecuencia de un devenir. Un devenir que ha pasado desde explorar estructuras de una novela para luego entender que la única forma -en que cuadrara la dramaturgia- era que los actores tuvieran pequeños accesos de algo personal. Hasta la última obra que es súper personal. Donde ellos cocinan algo real, contando una historia real. Y, desde ahí, configurar un imaginario ficcional.
Creo que son como extremos. Y las dos obras que hemos presentado acá están como en una media entre personaje y actor, entre rompo y no rompo.
Suelo hacer referencia a una nota que nos hicieron en Madrid que dice algo así como ‘estos mexicanos han logrando un equilibrio entre el texto y lo improvisado, entre la acción y lo estático’. Me gusta eso: que no sea un lado, ni el otro; que sea un punto de equilibrio.
ADVZ: Investigando su trabajo encontré que tienen un montaje al que se denomina como ‘Falso documental’.
Damián Cervantes: ‘Los equilibristas, Falso Documental de la Revolución Mexicana’. Es una obra muy curiosa. Era una tarea para mis alumnos de la universidad y, a solicitud mía, la escribió David Gaitán.
Me gustó mucho, pero era rara. Y es que tenía 14 personajes y yo 14 alumnos. Y lo que hizo David fue muy brillante. Cada uno de los personajes habla de un hecho, que pudo haber sucedido en alguna época de la Revolución, desde su perspectiva.
Y con eso se reflexiona bastante respecto a la construcción histórica. Pone a discusión la idea de que las construcciones históricas están hechas de casualidades, errores, fallos, malas perspectivas. Y luego llega un ‘pelado’ y la oficializa; y dice, “no, sucedió esto”.
ADVZ: Visto desde acá -Lima, Perú- es interesante conocer el trabajo de artistas de otros países que están optando por el trabajo de ‘grupo’ y la creación colectiva.
Damián Cervantes: De alguna forma, hay una influencia a muchos niveles de una investigadora -Ileana Dieguez- que nos enseñó a muchos grupos, a muchas tendencias. Uno de ellos es Yuyachkani, sin duda. Yuyachkani es parte por lo que somos grupo. No nos parecemos, no son nuestra influencia directa, pero el tipo de pensamiento y el legado al que apelan llega hasta acá.
ADVZ: Es interesante lo que mencionas. Especialmente cuando acá se ha ido perdiendo la idea de grupo.
Damián Cervantes: En realidad, en México está creciendo cada vez más y tiene que ver con la historia. Cuando Eugenio Barba llega a Sudamérica, e influencia a todos estos artistas, no llega a México, no lo dejan pasar. Hubo maestros hegemónicos, algunos brillantes, que impusieron la forma de hacer teatro durante muchos años.
Y entonces, ahora nosotros queremos ser grupo. Y, mejor aún, queremos ser grupo y no nos pesa ninguno que haya existido antes. Somos muy libres, al respecto, todos los grupos. Y esta visión de grupalidad está creciendo mucho en México.
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